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EL FIN - MEDIDAS DESESPERADAS

EL FIN III

BASE “MERCURIO”. DÍA DEL FIN
­Mary de Maryland (en nombre clave) estaba paseando a su perro. Siempre supo que la tecnología le ponía una barrera entre lo experimental y lo real. Para ella todo lo experimental apenas servía para admirar, pero su distancia con lo real era bastante fuerte. Cuando escuchó los gritos de su vecina, inmediatamente creyó en la tecnología.
            —¡SE LO ESTÁ COMIENDO LA COMPUTADORA!
            Inmediatamente después del grito, Mary de Maryland siguió paseando a su perro; no podría ser posible que la computadora…
            —¡AYUDA! ¡SE LO ESTÁ COMIENDO!
            Los gritos seguían, se multiplicaban, los llantos estallaban mientras los gritos de auxilio seguían apareciendo. Un auto se estrelló a cinco centímetros de ella. El impacto hizo que su amigo de cuatro patas explotara debajo de las llantas y que Mary de Maryland saliera expulsada hacia atrás. Intentó ver lo más que pudo hasta que perdió la conciencia.
            Ahora despierta en la base “Mercurio” con una señora explicándoles las reglas de la casa. Comparte con diez hombres y nueve mujeres. Todas y todos parecen ansiosos por saber qué está pasando pero ninguno parece tener la respuesta. Se observan entre ellos preguntando con la mirada por qué se encuentran ahí. Algunas lloran por sus hijos y una de ellas:
            —¡A MI HIJO SE LO COMIÓ LA COMPUTADORA!
            Ahora lo recuerda: la gente estaba siendo “tragados por una computadora”, algo que jamás podría ser posible.
            —Señora Gal…
            —SEÑORA ROBBINS. Desde hoy su nombre es Señora Robbins.
            Yen se acercó a Mary de Maryland, sus ojos parecen titanio, la destruye con solo una mirada indiferente.
            —Y usted, tiene cara de Mary. De Mary de Maryland.

BASE MARTE. DÍA DEL FIN.
Cody es un joven de 21 años, su excelente promedio lo calificaba para ser uno de los mejores médicos de toda India, podría haber estudiado en cualquier escuela extranjera y representar a su país en cualquier entrega de premios. Decidió que seguir los pasos académicos sería muy aburrido y predecible y decidió ser actor de Bollywood. No necesitaba ser buen actor pues el cuerpo y la disciplina de baile siempre la tuvo.
            El día del fin, Cody se encontraba grabando una escena como extra, bailaban la coreografía tal y como la habían ensayado y hasta mejor (a su parecer) hasta que el actor principal, Siddharta comenzó a rascarse los ojos sin detenerse. Los asistentes de dirección y del actor se acercaron con gotas de todo tipo pues no era la primera vez que pasaba.
            Cody veía de reojo al actor sin notar que toda la producción, extras y visitantes también se tallaban los ojos de manera tajante. Los pequeños toques en los párpados se convirtieron en sangrientos rasguños; no soportaban el dolor. Cody se quedó tan pasmado al ver la cantidad de gente que se tallaba los ojos que perdió de vista a Siddharta, quien empujó a sus asistentes para sacar una navaja de su bolsillo y, a gritos, comenzó a rascarse con él.
            Mientras todos seguían los pasos del conocido actor, Cody perdió el conocimiento mientras, en tonos borrosos, distinguía algo salir de los ojos de las personas.
            ¿Era una araña? No, era muy brillante para serlo.

BASE “TIERRA”. DÍA DEL FIN.
Su nombre nadie lo sabe, pasó los últimos años de su vida en un hospital psiquiátrico, ¿Loco? No. El hombre pasó casi toda su vida creyendo que compartía el cuerpo con otras dos personas; aquellas personas le decían que matara a su padre. Cada situación le recordaba a él y, cuando su madre murió, su mente le dictó sentencia y su padre murió. Estuvo en todas las noticias.
                Steven (nombre clave) ahora está tomando un pequeño descanso; su grado de peligrosidad bajó el año pasado y le es permitido bajar a tomar alimentos con los demás pacientes. Como siempre, platica con la señora de los alimentos, se siente solo, sus demás personalidades lo abandonaron cuando su padre fue asesinado.
                Ese día el ritmo del hospital seguía igual que siempre; era bastante diferente al asilo mental de las películas, el centro de atención se iba directamente hacía los pacientes discapacitados. Steven no es uno de ellos, él supo desde el principio que sus acciones eran simplezas. Él sabe que debía matar a su padre o él lo mataría, así de fácil. Aun así no le molesta estar encerrado; en una vida sin su madre y un motivo, lo mejor es estar tranquilo.
                Su tranquilidad cambió en un parpadeo.
                La señora de la comida, con la que había platicado un poco más, quien le servía un poco más de la ración correspondiente cayó al suelo derramando la comida que estaba a punto de servirle a un “paciente”. Al caer, su cabeza chocó con el suelo, Steven logró escuchar un sonido hueco correspondiendo al golpe. El sonido era como el de un huevo abriéndose. De adentro de ese cascarón humano salió un líquido amarillo y de ese residuo, una serpiente enorme. Los pacientes gritaban y algunos se reían. Es imposible que…
                Más serpientes se metían al comedor y con cada una, un guardia caía al suelo con la cabeza partida en dos.
                Lo último que logró ver, antes de caer al suelo inconsciente, fue el rostro de la cocinera: sus ojos se habían derretido formando un charco de viscosidad amarilla.

BASE “JÚPITER”. EL DÍA DEL FIN.
La base Júpiter es distinta al resto; por su capacidad esperaba el doble de visitantes, es innecesario decir que la señora Dólar se sorprendió al ver que era el triple de visitantes de lo normal. Cualquier medida que pudiera tomar sería arriesgada pues las reglas son claras. La gente de la base Tierra arriesgó su vida para que entraran veinte y pronto llegaría la balanza.
Al Júpiter ser de los últimos en listas de justicia, hacía imposible que sobrevivieran todos para el juicio. Había que ser meticuloso y jugar a ser Dios. Las treinta personas dentro de la base esperaban ansiosamente las instrucciones. Lo que más le sorprendía a Dólar era la irregularidad en los números: eran más hombres que mujeres. Si ella podía torcer las reglas de tal manera para hacer candidatos a algunos de ser exterminados, sería el plan perfecto.
Bienvenidos a base Júpiter, en unos momentos les diremos a cada uno cuál será su nuevo nombre. Está prohibido decirse su nombre real. Si alguna de nosotras los sorprende, serán exterminados con base al protocolo de seguridad Anti-Vida.
Por supuesto que espera que se digan sus nombres, no solo eso, espera más.
Prohibido hablar con personas del sexo contrario. Si alguna de nosotras los sorprende…
Serán exterminados.
Y es solo el principio para la base “Júpiter”.


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